¿Qué es el Trastorno de pánico?
“Era un día como cualquier otro, estaba comprando en el supermercado y, de forma súbita e inesperada, comencé a sentir que me faltaba el aire, opresión en el pecho, una sensación de inestabilidad, de que me estaba volviendo loca, un nudo en la garganta y un sudor frío que me recorría el cuerpo.
Con mucho miedo,  lo primero que pensé era que iba a desmayarme o que me iba a morir. Este momento duró algunos  minutos, pero me parecieron un siglo.
Me fui a un hospital, pensando que me estaba por dar un infarto. Me hicieron varios estudios, pero todo daba normal. En las siguientes semanas volví a tener nuevas crisis y mi miedo era cada vez mayor. Empecé a sentirme insegura, ansiosa por lo que me podría pasar y totalmente aterrorizada ante la posibilidad de sufrir un nuevo ataque. De a poco me aleje de las actividades que hasta ese momento consideraba normales y me volví dependiente de otros  para desplazarme.

Cada día me iba encerrando mas y mas en mi casa, era el único lugar que consideraba seguro” 

Este es un clásico relato de una paciente que sufrió ataques de pánico.

 

Llamamos crisis o ataque de pánico a la aparición repentina de miedo intenso seguido de una serie de síntomas entre los que se cuentan:
Sensación de ahogo
Náuseas o molestias abdominales
Temblores o sacudidas musculares
Palpitaciones o taquicardia.
Sensación de atragantamiento
Opresión o malestar en el pecho
Sudoración
Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
Desrealización o despersonalización
Miedo a volverse loco o descontrolarse
Miedo a morir
Sensación de hormigueo o entumecimiento muscular
Escalofríos o sofocaciones

El Trastorno de Pánico es una enfermedad muy frecuente que afecta a una de cada treinta personas, o sea, más de un millón de personas en nuestro país. Su origen tiene una base neurobiológica y genética, influyendo también otros factores como el aprendizaje infantil y el estrés acumulado en los meses previos a su aparición. Se inicia generalmente entre los 20 y 30 años de edad.
En la actualidad, en la mayoría de los casos puede lograrse la recuperación integrando la psicoeducación con una farmacoterapia específica y recursos psicosociales, como la terapia cognitiva-comportamental.

Se lo considera un problema neurobiológico, que puede traer severas consecuencias psicológicas, si no se lo trata. Hay estudios que señalan la existencia de una tendencia familiar, tanto genético-hereditaria como debida a factores de crianza.
¿Que es la agorafobia?
La agorafobia es una patología asociada, con muy alta frecuencia, al pánico, que se desarrolla en la mayoría de los casos como consecuencia del mismo.
Hoy se la define como el miedo a sentirse solo, desamparado, sin escape e imposibilitado de recibir asistencia en caso de tener una crisis de pánico.
Muchas personas evitan el lugar donde ocurrió su primera crisis de pánico. En estos casos, el temor a ese lugar o a alguna actividad ocurre por condicionamiento (una experiencia aterrorizante como el pánico se asocia a un evento neutral, por ejemplo, viajar en tren, por lo que el paciente evita viajar en ese medio de transporte). Con posterioridad el temor suele generalizarse a otros medios de transporte. Los medios y lugares usualmente más temidos son aquellos de los que resulta más difícil escapar en caso de sentirse mal o de tener una crisis, tales como subterráneo, tren, barco, avión, puentes, túneles, autopistas, teatros, etc.
La persona que sufre de agorafobia suele preferir aquellos vehículos en los que pueda controlar o modificar el trayecto o lugares de fácil salida para poder acceder más fácilmente a un lugar seguro si se descompone. Por ejemplo, si va al teatro o al cine, lo primero que busca es la salida “por si le da una crisis”, y se ubica en las butacas de fácil acceso a la misma.
Por lo antedicho, vemos que el Trastorno de Pánico está asociado a: 
  • Disminución en la calidad de vida 
  • Disfunción en el desempeño de roles (de pareja, familia, trabajo, etc.) 
  • Limitación de la movilidad, con impacto en la vida social y laboral.
  • Incremento importante del uso de los servicios de salud, antes de ser diagnosticado correctamente
  • Utilización innecesaria e inapropiada de estudios o servicios complementarios de costo elevado, que podrían evitarse con una detección precoz de la enfermedad.  

El tratamiento eficaz y adecuado para este trastorno es la terapia cognitivo – conductual, incluyendo la psicoeducación, integrada con tratamiento psicofarmacológico en los casos que así lo requieren.  

Dra. Carolina Quantin