Acá van algunas cosas que estuvimos reflexionando y publicando durante todo este tiempo:

10 Mentiras que te complican la cuarentena

Quienes trabajamos en salud mental estamos comenzando a sentir el rigor que esta cuarentena ejerce sobre todos.
Las primeras semanas se transitaron entre la sorpresa, las noticias, los grupos, las esperas de información y la creatividad que cada uno intentó ponerle a sus rutinas.
El panorama va cambiando lentamente pero a paso firme, y en medio de este escenario aparecen las fake-news que refuerzan en pacientes con ansiedad los pensamientos distorsionados, llegando a conclusiones arbitrarias, generalizaciones excesivas, pensamientos polarizados, magnificaciones, etc., que influyen de modo negativo sobre su estado anímico.
Por esta razón nos pusimos en contacto con la doctora María Soledad Gori, bióloga y docente de la Universidad de Buenos Aires (Instituto IQUEBICEN-CONICET, Fac. de Ciencias Exactas, UBA), especialista en inmunología, quien nos suministró información fidedigna validada por el instituto.

  1. Consumir alimentos alcalinos no previene el Covid 19.
  2. No hay base científica que avale las bondades del vino frente al virus.
  3. Es científicamente demostrable que el cerebro solito no controla el sistema inmunológico. La mentalidad positiva no evita el contagio.
  4. No hay solución mineral milagrosa o clorito de sodio que cure en 24 hs el virus.
  5. No al alcohol en gel a las verduras.
  6. No tiene ningún efecto tomar agua cada 15 minutos para eliminar el virus.
  7. El uso de vapor no inactiva el virus.
  8. Las máscaras faciales no protegen más que los barbijos o tapabocas.
  9. Los medicamentos para la hipertensión no aumentan el riesgo de contagio y mortalidad.
  10. El agua a más de 25 grados no inactiva el virus.

Lic Patricia Rodriguez

Los vínculos y la virtualidad

Y hace un tiempo no muy lejano me encontraba investigando sobre las diferencias (para algunos virtudes, para otros deficiencias) entre la comunicación cara a cara y la comunicación virtual. ¿Y qué pasó? Quedó anulado prácticamente el cara a cara. ¿Y cómo nos impacta esto? ¿Cómo modifica nuestro modo de vincularnos? Creo que son preguntas que se irán respondiendo al menos con el paso del tiempo. Otra cuestión más que pasa al terreno de la incertidumbre. Y de a poco nos vamos amigando con ese no saber. O al menos nos parece más familiar, menos desconcertante.
Y así seguimos, en la incesante búsqueda de “normalizar” -o normatizar- algo que se nos presenta como anormal, raro, ajeno: ese nuevo modo de vincularnos casi exclusivamente a través de lo virtual. Intentamos ponerle rostro a esa voz a pesar de que ya la conocemos, apelamos a la videollamada con nuestros seres queridos, trabajamos de manera online los que podemos. Nos bajamos Zoom, Skype, Houseparty y así…
Pero sigue dando vueltas esa sensación. Sí, hay algo que falta. No es lo mismo que el cara a cara, que un abrazo. Todos extrañamos el abrazo.
Sin embargo, podemos gracias a la tecnología acortar la distancia. Sirvámonos de ese recurso y tratemos de utilizarlo con mesura. Incurrir en excesos nos deja en un lugar complicado. Conectemos y desconectemos también. Pongamos horarios si es necesario. Tomemos conciencia de que del otro lado hay otro, un otro muy distinto, un otro que no se puede tocar ni abrazar, sí, pero un otro al fin. Respetemos nuestro tiempo y el ajeno. Desmistifiquemos que no hay correr del tiempo en el mundo virtual. Creemos cortes que nos ordenen. Tal vez en el arte de crear esté la clave, una vez más.

Lic Romina Scorcelli

Ansiedad social y exposición en tiempos de cuarentena

El trastorno de ansiedad social se caracteriza por un temor intenso a ser criticado o juzgado negativamente por los demás. Las personas que padecen esta condición sobrestiman tanto la importancia de la opinión ajena como la probabilidad de recibir un juicio negativo, además de preocuparse en exceso por la posibilidad de que sus síntomas ansiosos sean notados por el entorno.
A raíz de estos temores, la conducta habitual es la evitación de situaciones de exposición social o de desempeño frente a otros (reuniones, fiestas, hablar en público, hacer compras o consultas en negocios, usar baños públicos, etc.).
La situación actual de aislamiento social puede presentar características muy atractivas para alguien con este tipo de ansiedad: imposibilidad de salir, ausencia de reuniones y actividades sociales, trabajo desde casa, suspensión de clases presenciales. Por esta razón los síntomas pueden quedar invisibilizados temporalmente. Esto no quiere decir que el problema haya dejado de existir, ya que cuando las condiciones de vida vuelvan a la normalidad, dichos síntomas volverán a expresarse en plenitud y quizás de manera más intensa, dado el tiempo de falta de exposición y el desacostumbramiento a situaciones sociales.
Es por esto que resulta conveniente no abandonar por completo la interacción con otros. En los tratamientos para esta clase de fobia se incluye como elemento esencial la exposición, o sea la aproximación voluntaria, planificada y progresiva a los estímulos temidos. Y en tiempos de cuarentena podemos seguir planificando tales exposiciones. Aprovechar las salidas permitidas para hacer compras, saludar y hacer algunas preguntas a vendedores, llevar a la caja algún producto para luego consultar el precio y no comprarlo, llamar por teléfono a lugares de delivery y hacer diferentes averiguaciones, hacer videollamadas con familiares y amigos, anotarse a alguna clase por Zoom dónde se use cámara, salir con el tapabocas más llamativo que se pueda, etc.
A pesar de las restricciones, podemos apelar a la creatividad para sostener las exposiciones y no retroceder en exceso en lo que a la ansiedad social respecta.

Lic. Diego Tzoymaher

Emociones en Cuarentena

Estamos frente a una situación mundial que nos interpela a todos. El mundo se ha vuelto vulnerable y esto nos genera miedo y angustia, como es lógico y esperable.
Es un virus nuevo, con una alta tasa de contagio y del cual no se posee todavía suficiente información. Las organizaciones científicas nos indican a diario, mediante diversos medios, los cuidados para evitar el contagio y la propagación de la enfermedad. Todo esto nos obliga a cambiar muchas conductas.
De repente, cuarentena: algunos con la familia entera todo el tiempo en casa, y cada uno con sus actividades: home-office, tareas escolares, compras, los chicos que quieren divertirse y jugar y el orden y limpieza de la casa. ¡Algunos que viven en pareja empiezan a darse cuenta de que no todo es tan tolerable las 24 h! Otro capítulo son quienes viven solos, que advierten que sus contactos ahora o son virtuales, o son sus mascotas o los pocos con quienes interactúan cuando hacen las compras.
Los profesionales de la salud recomendamos tratar de mantener una rutina flexible, dentro de lo extraordinario de la situación, que alterne trabajo, hogar y entretenimiento. No sobre-informarnos, porque eleva el miedo y nos lleva a estar hiperalertas. La actividad física es un aporte saludable porque mejoran nuestro estado de ánimo. Los ejercicios y técnicas de respiración y meditación nos ayudan a bajar la tensión, reducir el estrés y mejorar nuestro descanso, que puede verse alterado por este nuevo estilo de vida.
Permitirnos algún día no hacer nada y conectar con lo que sentimos, es humano… Es esperable tener algún pensamiento pesimista o negativo, sentir angustia. La consulta al profesional se recomienda cuando esto persiste en el tiempo.
Como recomendación final, creo que es bueno sacar el foco de las cosas que no podemos hacer, para ponerlo en las posibles durante este tiempo: conectar con personas que teníamos pendientes, hacer orden, cursos online, tocar o escuchar música, ver qué se nos ocurre cuando nos “aburrimos”, conectarnos con nuestro cuerpo y la naturaleza, con las plantas y mascotas, cocinar, leer, ser solidarios.
Pensemos en nuestra salud y la de los demás.

Lic. Laura Chouza

Hubo un tiempo en que el mundo se detuvo

Y hubo un tiempo en el que el mundo se detuvo, amenazado por una pandemia que vino a conmover los cimientos de una humanidad embriagada de omnipotencia.
Todos bajo una misma condición: ricos y pobres, norte y sur, religiosos y ateos, occidente y oriente, confrontados ante un común denominador: miedo a enfermar, o incluso a morir.
De repente, todo aquello que se daba como instituido cuasi certeza, se conmovió y, en consecuencia, te incomodó. Te corrió del lugar en el que te sentías resguardado.
Conmovió tu eje y trastocó tu percepción (imaginaria) de “control”, devenida ahora en vulnerabilidad y temor. Empujándote de lleno y sin previo aviso a un océano de preguntas tan banales como existenciales a la vez, ¿no?
Algunos con mayor resistencia, vulneran normas o descreen la situación actual como forma, quizás, de evitar o negar lo indecible: “me puedo enfermar” y confrontar su propia fragilidad.
Es sabido que la incertidumbre genera miedo y angustia, en algunos casos desmesurados. Y no cualquiera se encuentra preparado para confrontar la propia falta (enfermar) y tolerar el encuentro con lo nuevo (incertidumbre). Estos son quienes, de manera defensiva, se resisten: a identificar, a reconocer, a cambiar, a aceptar, a ser más flexibles, a adaptarse.
Y luego están aquellos, los que aun invadidos por el temor, permanecen tan estoicos como temerosos, pero persisten. Dando lugar a las emociones, sin intención de eliminarlas o evitarlas, sino de aceptarlas y transitarlas con la fortaleza suficiente como para afrontar sus efectos.
Y allí estamos los profesionales de la salud, para acompañarte en dicho proceso. Proponiéndote habilitar los momentos de angustia con sus avatares de expresión y con la intención (implícita) de “humanizarte”; vale decir, despojarte de la carcasa de poderío y supremacía para, nada más y nada menos, sentir.
Autorizate como persona que puede fallar, cometer errores, sentir miedo o carencia de voluntad, tristeza o desazón, ira o enojo. Aprendé y aceptá que a veces está bien estar mal (habilitarte), que no pasa nada, que todo pasa y nada es tan grave o catastrófico como lo vivenciás en el momento preciso de la tormenta.
Porque como dice el refrán: ningún mar calmo hizo experto a un marinero.

Lic. Brenda Campos

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