Llamamos ansiedad normal a un conjunto de emociones y manifestaciones físicas que se presentan cuando nos enfrentamos (o nos estamos por enfrentar) a situaciones nuevas, o de exigencia.

La “ansiedad normal” nos ayuda a adaptarnos a estas situaciones de manera tal que podamos obtener la respuesta más adecuada para las mismas. En este sentido, es beneficiosa, ya que nos permite alcanzar mejor los objetivos que nos planteamos en la vida.

Sin embargo, cuando los síntomas ansiosos se vuelven excesivos y difíciles de controlar, pueden llegar al punto de interferir seriamente en nuestras actividades diarias (trabajo, vida social, de pareja, etc.). En este caso estamos en presencia de un cuadro de “ansiedad patológica”, que suele necesitar tratamiento médico y psicológico para su resolución.

La ansiedad extrema, puede cobrar la forma de una Crisis de Pánico, la cuál tampoco va a generar, más allá del momento de zozobra, inconvenientes en nuestra salud.

Algunas razones para confiar en que las crisis de pánico “no van a matarnos”:
✔Seguimos vivos, a pesar de tantos ataques de pánico.
✔Siempre pudimos mantener el control, nunca llegamos a salir corriendo. Es más, la mayoría de las veces nadie se dio cuenta de lo que nos estaba pasando. Tan grave, entonces, no debe ser.

✔Pensemos: si una crisis de miedo pudiera matarnos, a esta altura quedarían solo unos pocos habitando el planeta.
✔Justamente nosotros, a causa de nuestros síntomas, nos contamos entre las personas más estudiadas desde el punto de vista cardiológico. Y nuestro corazón está sano.
¿Qué tal entonces si nos relajamos y tratamos de aprender a confiar en que nada va a suceder?
Vamos, apartemos el temor. De algo nos vamos a morir algún día, pero con seguridad no va a ser de pánico!
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