¿Sentís ansiedad y miedo excesivos ante la posibilidad de ser evaluado, juzgado y criticado por los demás?
¿Solés evitar la interacción con otras personas o ser el centro de atención?
¿Tenés con frecuencia pensamientos negativos tales como suponer que los demás te consideran aburrida, poco atractivo, inferior o tonta?
¿Temés “hacer el ridículo” o realizar una conquista amorosa?
¿Evitás hablar por teléfono, comer en público, concurrir a reuniones con compañeros de trabajo?

Si te sentís identificado/a con algunas de estas situaciones es muy probable que padezcas un Trastorno de Ansiedad Social (TAS), también denominado fobia social.

Y cuando decimos fobia nos estamos refiriendo a un miedo persistente, desproporcionado e irracional a determinadas situaciones –en este caso de índole social-, asociado a una marcada tendencia a evitarlos.
El temor a la opinión negativa que los demás puedan tener sobre su desempeño domina a quien lo padece. A su vez, quienes sufren un TAS suponen erróneamente que todas las miradas están puestas en ellos.
Con el tiempo el temor suele aumentar en intensidad y con él la evitación, alterando así la funcionalidad y provocando un deterioro cada vez mayor de la calidad de vida. Es por ello que resulta tan importante consultar con un especialista lo antes posible y comenzar el tratamiento correspondiente.

¿Entonces, hay una solución?

Sí, los síntomas del TAS pueden mejorar notablemente con un tratamiento psicoterapéutico cognitivo conductual.
Desde esta línea se trabaja sobre los síntomas mentales, fisiológicos y conductuales a fines de recuperar la funcionalidad y retomar los espacios “perdidos” (evitados). Los temores asociados a cada situación de interacción social se van afrontando de modo paulatino a lo largo del tratamiento.

Abordamos fundamentalmente las llamadas distorsiones cognitivas, el refuerzo de la autoestima y el entrenamiento en habilidades sociales.

Dicho tratamiento puede tener una modalidad individual o grupal. Las sesiones grupales aportan muchos beneficios dado representan exposiciones constantes en sí mismas. Constituyen un escenario ideal para practicar habilidades sociales en un ámbito controlado, para luego trasladarlo a la vida real.

Asimismo, resulta importante diferenciar la timidez del TAS. Si bien en la timidez, entendida como rasgo temperamental, puede aparecer sintomatología ansiosa (rubor, palpitaciones, temblores, sudoración) en situaciones de interacción social, ésta resulta de menor intensidad. Muchas veces tiene que ver con un primer momento de acercamiento a lo desconocido, luego del cual se consigue ganar confianza e interactuar abiertamente. La timidez no altera la funcionalidad del sujeto, no se ven afectadas de manera significativa las diferentes áreas de la vida, como sí ocurre en el TAS.
Entonces, si estas dificultades han comenzado a alterar tus relaciones laborales, de pareja, familiares y de amistad, es momento de realizar una consulta con un especialista.

Lic. Romina Scorcelli
rscorcelli@hotmail.com

Para más información, puedes comunicarte con nosotros aquí