Es ansiosa aquella persona que puede y no que quiere. Con esto me refiero a que si bien hay situaciones que son disparadoras de ansiedad, a las cuales llamamos factores desencadenantes,  también hay factores predisponentes, entre los cuáles incluimos a los factores hereditarios, pero no sólo en lo que respecta a lo genético, sino también en lo que se refiere a los llamados patrones culturales, es decir, a nuestra crianza, a nuestros modelos de aprendizaje, y a nuestro actual contexto.
 
Cuando una persona reacciona con ansiedad, sus síntomas cognitivos o de pensamiento, son preocupación, inseguridad, miedo o temor, pensamientos negativos, sensación de peligro o amenaza; y dificultad de concentración. Veamos con más claridad el siguiente ejemplo: un estudiante está se está preparando para rendir una materia, en algunos casos, pueden sobrevenirle pensamientos negativos como, por ejemplo,  “nunca me voy a recibir”, me van a bochar” “soy incapaz”, “no sirvo”, “todos son mejores que yo”, esto hace que no pueda concentrarse, que se altere y que se anticipe con estas ideas, entonces tanto a nivel cognitivo, corporal y conductual reacciona de la misma manera que lo haría si estuviese rindiendo y lo reprobaran. A nivel motor, lo observaríamos con movimientos torpes y desorganizados, evitaría ir a rendir; tartamudearía, estaría hiperactivo, o se paralizaría, y se agregarían síntomas como palpitaciones, alteraciones de la tensión arterial, accesos de calor; respiración rápida; opresión torácica; hormigueo, sequedad de boca, etc.
 
Teniendo en cuenta lo que vengo mencionando, podemos ver que la ansiedad, de manera aislada, no podemos medirla, sino que lo hacemos en relación al rendimiento. La ansiedad afecta directamente el rendimiento de nuestras acciones de manera positiva o negativa.
 
Para manejarnos en la vida cotidiana necesitamos de un cierto grado de ansiedad, ya que esto es deseable e imprescindible. Esta ansiedad sostiene nuestra motivación.
Cuando ésta ansiedad está entre nosotros, estamos motivados.

 

 
La ansiedad tiene una participación importante en nuestras conductas de adaptación frente al estrés que podamos sufrir. Un aceptable nivel de ansiedad mejora la calidad de nuestras actividades y nuestro rendimiento personal. Necesitamos de ese nivel o cantidad de ansiedad para nuestro mejor desempeño, pero cuando superamos un cierto nivel máximo, la ansiedad deja de ser una aliada para convertirse en una enemiga de nuestra calidad de vida. Aquí es donde experimentamos una sensación intolerable de malestar y nuestro rendimiento en general se deteriora y en muchos casos (donde existan factores predisponentes y desencadenantes) puede presentarse algún trastorno de ansiedad.

 

 
Dra. Carolina Quantin